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5 de noviembre de 2012

“La intimidad está perdida para siempre”


     La actividad en Twitter de @rayovirtual, por intensa y por polémica, difícilmente pase desapercibida. El crítico cultural reconoce su inquietud por los derechos en Internet y prepara una charla sobre el tema.

           Daniel Molina (58) supo ser editor del suplemento de cultura de Clarín y  colaborador de La Nación, Página/12 y El Cronista. Antes que crítico de arte prefiere hacerse llamar “crítico cultural”: “No me interesa decir si un cuadro está bien pintado. Me interesan las producciones como forma de pensamiento cosificado”. Molina está convencido de que cultura es casi todo lo que produce la sociedad e Internet tiene un lugar privilegiado en ella. Sin embargo, el mundo virtual presenta tantos avances como amenazas, sobre todo en materia de privacidad y legislación sobre propiedad intelectual. Esta inquietud da fundamento a las jornadas sobre Internet que @rayovirtual está organizando para el 22 de noviembre en el Centro Cultural Rojas.

El recorrido del entrevistado por las diferentes redes sociales parece usual. Luego de un desencantamiento original con Facebook empezó a ganar espacio en Twitter, al que considera el cerebro colectivo de la época. “En la Revolución Francesa, surge la opinión pública de la mano de la gacetilla y otros medios impresos. Estamos pasando a una etapa donde la vida tiene que ver más con la inmediatez y el intercambio horizontal y esto se refleja en Twitter”, reflexiona Molina.

@rayovirtual ilustra la horizontalidad de la plataforma en sus intercambios con personalidades en la cocina de las decisiones. Ocurrió, por ejemplo, con el entonces jefe de gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, durante la discusión por el Matrimonio Igualitario. Una conversación twitera que culminó con un irónico “Te mando un chupón” del funcionario, manifestó este cambio de paradigma. “Esta horizontalidad no la permitió nunca ningún medio en la historia”, asegura.

Confrontado con la creencia popular de que muchos usuarios sobreestiman la influencia de Twitter, Molina no se repliega y sostiene que aunque éste sea un medio de nicho, marca tendencia social. “Es similar a los lugares de vanguardia en los sesentas. Pocos participaban de él, pero quienes lo hacían eran influyentes”.

El interés de Molina por la era digital no se agota en las redes sociales. Una de las actividades a las que se encuentra abocado es a la organización de unas jornadas sobre derechos en Internet, junto a @beabusaniche (Beatriz Busaniche, directora de la Fundación Vía Libre). La cita, planeada para el 22 de noviembre, constará de mesas redondas en donde confluirán artistas y políticos. Se promete la presencia de especialistas en la materia, como @aracalacana (Martín Becerra, investigador del CONICET y periodista) y @arieltorres (Ariel Torres, director del suplemento de tecnología del diario La Nación).  

El encuentro estará organizado en torno a dos ejes. El primero de ellos es la privacidad. Según narra Molina las empresas de buscadores, como Google, codifican y almacenan información sobre la actividad de los usuarios en Internet. El crítico cultural explica que la posibilidad de hacerlo no significa que efectivamente las personas estén siendo monitoreadas constantemente por su comportamiento online, pero asegura que “si alguien quiere hacerte daño, los datos están” y, a la vez, reconoce que no tiene una posición paranoica frente al tema: “Acepto que en la era digital la intimidad está perdida para siempre”.

El segundo eje de las jornadas lo constituye el derecho de autor. El crítico afirma que la sustitución de los medios analógicos por los digitales moviliza un cambio en el modelo. Mientras que una obra material y no reproducible presenta una número limitado de ejemplares, una descarga de una copia digital no disminuye una cantidad que de por sí es ilimitada. “El negocio cambió. Ahora el dinero no viene por los derechos de ventas de productos analógicos. El negocio pasa por los shows, que son irremplazables”, explicó el entrevistado.

Molina acepta que discutir los restrictivos derechos de autoría representa una dura batalla, dado que las cámaras que hacen lobby utilizan a artistas reconocidos como escudo y los legisladores escuchan “porque también son cholulos”. La amenaza es que los usuarios no cuentan con organizaciones que los representen. “Los legisladores no pueden estar actualizados y tienen presiones de lugares conservadores del país. Pero cuando uno les habla de lo nuevo que está sucediendo, paran las antenas”, concluye Daniel Molina como un suspiro de alivio y esperanza. 

Publicado en Revista Cultra.

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