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8 de octubre de 2013

Acá tenés los zombies para la liberación.

El cuadro era como sigue: en plena mañana una multitud de ni-nis (jóvenes que, por lo menos en ese momento, no estudiaban ni trabajaban) gritaban con toda potencia canciones con melodía de Creedence y letra vernácula, en las que se presentaban como "los soldados de Perón" (la metáfora militar nunca está ausente en la liturgia peronista; en definitiva es el origen) enfrente de la Fundación Favaloro, ignorando seguramente que se trataba de una clínica médica. Poca sensibilidad mostraban por los pacientes convalecientes, recién salidos de cirujías mayores y familiares expectantes que habitaban el edificio; el que no cantaba se quedaba sin liberación. La cultura fálica del aguante puede más que un señalamiento sensato proveniente del terreno de la salud y la civilidad.

 Los militantes se acercaban para dejar sus imágenes identificatorias al altar sacralizado, que por supuesto, coincidía con el encuadre de las cámaras (incluso las cámaras de la "corpo" que detestan, pero en las que quieren colar sus estandartes) porque allí donde hay cámaras, debe haber íconos publicitarios de Kolina, Miles, La Cámpora y demás agrupaciones. No sea cosa que sean capaces de copar la entrada de una institución de salud y el público masivo no llegue a enterarse de semejante despliegue militante. Por momentos, algunos militantes pedían permiso para atravesar las vallas y arreglar banderas y pancartas, asegurándose que estuvieran nitidamente visibles. Algunos de ellos, intentando filtrar sus imágenes y banderas en los encuadres de grabaciones que no los demandaban, recordaban mucho a las promotoras colocándose por detrás de los ganadores entrevistados en el Turismo Carretera.

Entonces se desata todo el show típicamente nacional y popular, ese que los militantes llevan adelante sin siquiera proponérselo: empiezan las apretadas y los "que se vayan los gorilas" y los "Mañeto no sé cuánto" al reconocer que hay periodistas de Canal 13 entre la gente. Claro, es que la Ley de Medios entrará íntegramente en vigencia, no cuando la Justicia determine las constitucionalidad de sus artículos, sino cuando los cronistas y movileros reciban el hostigamiento suficiente. Esta es la movida que empezaron con el muy astuto "gritar devuelvan a los nietos atrás de un movilero que reporta el tránsito" y que, con mucha claridad y sofisticación, se encargó de apuntalar el aparato mediático oficialista al pasar una y otra vez, con mucha gratificación, los clips de los movileros acosados.

Si las altas esferas de este poder (no lo imberbes que gritan) llegasen a una tregua definitiva con el "monstruo", esta gente no se enteraría y continuaría vociferando. Oigo varias veces la palabra "corpo" y me pregunto a cuál de todas las corporaciones amigas del gobierno se referirá. Porque el gobierno tiene mucha destreza para alcanzar acuerdos con todos los grandes conglomerados empresariales de la Argentina menos uno. Así el gob está en los mejores términos con la industria minera (pese a las denuncias de técnicas extractivas que por su impacto ambiental no se permiten ni en el infierno neoliberal de Chile), las compañías de celulares, las telefónicas, las empresas de servicios, DirecTV, la corpo política, la corpo burocrática sindical, la corpo feudal del interior, todas las corpos extractivas del territorio nacional. La líbido que se carga sobre la así presentada "corpo" es casi un operación compensatoria por todas las otras falencias.

En el medio de esa desconfianza generalizada hacia periodistas que buscaban cubrir el suceso del día, un psicótico, un viejo al que ya por su habla le reconocías la cadena significante quebrada, empieza a vociferarnos que "nos teníamos que ir por ser gorilas", y cosas semejantes, de manera tan exaltada y alevosa que incluso muchos de quienes lo observaban no podían contener la risa. Aunque se trataba a todas luces de un alienado mental, en su palabrerío desorganizado uno podía reconocer trazos de la verba de Barone, Mengolini, Sandra Russo etc. En el contexto de ser cronistas esperando un parte médico y entrevistando a quienes llevaban sus muestras de apoyo, la efervescencia del señor resultaba casi ridícula. Pero no es la primera vez que en este tipo de eventos nos someten a cronistas, camarógrafos y productores a 6,7,8 consignas completamente fuera de lugar 

La cosa deja de ser graciosa cuando, ante nuestro silencio e inmovilidad, el loco agarra al productor del cuello e intenta golpearlo. Estos falopas emocionales siempre se nutren del discurso de los orgánicos emocionales que dificilmente soltarían un golpe (la mayoría de las veces ni siquiera suman a la multitud reunida) pero cuyo constante ensañamiento y animosidad contra blancos fijos trae consecuencias no deseadas. Que están a la vista. Ya viví cosas semejantes antes. De hecho me recordó mucho, muchísimo a 2 (dos) sucesos previos: el hostigamiento constante durante la cobertura de los cacerolazos y la hostilidad al equipo durante el amotinamiento de prefectos. Ergo, pude llegar a una conclusión. Los zombies son así, se infiltran en todos los grupos, en todos los segmentos sociales, y actúan siempre de la misma manera, insensata, de aparente obnubilación del entendimiento, sin importar los valores ni las orientaciones ideológicas a las que supuestamente suscriben.
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4 de octubre de 2013

Gore, entrevista a Hernán Panessi

En Argentina la palabra obtuvo su deformación rioplatense: aquí los adeptos de este género cinematográfico dicen, tal como se escribe, Gore, pronunciando la E final. El Gore es una tradición proveniente de los Estados Unidos, ligada a cierto goce del espectador por la truculencia, la sangre, las tripas. Su desarrollo en nuestro país es paralelo al del festival de cine de género Buenos Aires Rojo Sangre. La estética, que abarca tópicos variados de zombies, mutantes, alienígenas, ha producido su pequeño nicho de consumidores y productores. Este reducido círculo permitió la emergencia de Gorevision y Videoflims, productora la primera, distribuidora la segunda, ambas animadoras incuestionables de la escena fantástica local. “En Argentina la posta la toman unos jóvenes de Haedo, quienes conforman la productora Farsa. Es el primer atisbo del cine independiente de explotación en el país.  Aunque manejan una truculencia más desde lo pop, las vísceras en plan comedia” – explica con un timbre cargado de brillo Hernán Panessi, un joven que, entre muchas actividades, dirige la distribuidora Videofilms. Con este sello edita y distribuye DVDs de películas fantásticas y de género, a lo largo de una red vasta y federal con más de cuarenta puntos, principalmente tiendas de alquiler de DVDs y locales de comics. “La distribuidora permitió juntar a realizadores que andaban sueltos. Decanta naturalmente en un producto de nicho, pero, en el videoclub termina exhibida una película Gore al mismo nivel que El secreto de sus ojos”, explica Panessi.

A través de estos emprendimientos, el género en Argentina experimentó una notable revitalización, acompañado por la vehemencia de sus fieles espectadores. “Se presupone que los films Gore generan rechazo en el público, pero por el contrario el resultado es la empatía”, asegura. Según el cinéfilo, el fenómeno se refleja en el éxito del festival Buenos Aires Rojo Sangre, de cuya organización participa. En 14 años de existencia (casi la misma trayectoria que el BAFICI) no ha parado de crecer en programación y en público, para alcanzar en su edición pasada los 20 mil espectadores.

Según Panessi el Gore está en un buen momento empujado por un fenómeno más amplio y quizá insólito: la aprobación de la que goza el cine fantástico argentino entre el público e instituciones de fomento. El dato señala el pasaje del Nuevo Cine Argentino, de un registro más bucólico y minimalista, a la revitalización del cine de género. “En el Festival de Mar del Plata, el más importante del país, hace 4 años que viene premiándose a este tipo de films. Ganaron Pompeya de Tamae Garateguy, Mi Reino por un platillo volador, de Tetsuo Lumiere, Diablo de Nicanor Loreti, Hermanos de Sangre de Daniel De la Vega. Como es un festival clase A marca el pulso, la prensa lo refleja y el público dice: acá hay algo. El INCAA, por lo tanto, comenzó a financiar estas películas”.

Gorevision es una productora amiga de Videoflims, de realizaciones groseras y divertidas, que surge a fines de la década de 1990. Su director, Germán Magariños, explica que tiene en su haber quince películas de las cuales las más célebres son Sadomaster I y II y Goretech: Bienvenidos Al Planeta Hijo De Puta!. El mismo Panessi ha participado en la última, una referencia a Robotech, a Star Wars, a los juegos en 8 bit, a Rocky. El joven la caracteriza como una película “apta para ningún público. Llena de pijas, de tripas, de sinsentido”. Interrogado sobre si la actuación en este film involucró la puesta en cámara de sus atributos sexuales, reconoce que su miembro viril fue reemplazado por el de un negro para sumar al efecto. “Gorevision es un grupo muy rockero, muy varón, y sus películas están llenas de pijas, cargadas de sexo oral. Son películas tan gay que no son gay”, afirma Panessi, que también es periodista.

Los films de Gorevision han tenido pantalla en el exterior, tanto en festivales como en su circulación en DVD en Estados Unidos. Magariños explica que en los primeros años presentó películas para un festival mainstream como el de Mar del Plata pero que no fueron aceptadas y ya no le interesa más presentarlas.

Gorevision y Videoflims están ahora con mucha actividad. La primera terminando una película que remeda haber sido filmada en súper 8  hallada en un viejo archivo de la década de 1960. Videofilms está abocada a la realización de  Lucho’s Big Adventure que sin estar terminada ya se perfila como la película nerd argentina de culto. Algo peculiar del proyecto: reúne a Farsa, Videoflims, AB, Fomento y casi todas las productoras del segmento. Panessi explica:
“Es así. En el Gore todos somos amigos”

Publicada en Revista Cultra
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