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9 de febrero de 2011

Todos los caminos conducen a Zizek (también en Medio Oriente)



El único acierto de Abraham León fue afirmar que el "problema judío" no se resolvería con la concentración en Palestina. Ahora bien, ¿por qué? ¿cómo se acepta esta afirmación? El proceso de constitución de los estados nacionales implicó la emergencia de unidades políticas y territoriales semi-arbitrarias, creándose retroactivamente la idea de identidad nacional (símbolos nacionales, mitos fundacionales, intereses comunes etc.) tal como si las naciones ya/siempre hubieran estado ahí (recordemos cómo los alemanes reivindican a los teutones en su carácter de embrión del espíritu nacional alemán). Esta nueva figura se presenta "universalmente" como si a cada uno de los pueblos del mundo le correspondiese un Estado-nación, como si la posibilidad de organizarse en una entidad estatal fuese un derecho natural de los pueblos libres para garantizar su soberanía política, autonomía cultural etc. Pero dado que la conformación de los Estados nacionales fue un hecho violento y traumático que implicó una lucha territorial de dominación, se le escapa un resto, un plus que no puede ser asimilado: este resto son los judíos, los gitanos, etc, las no-naciones entre las naciones o, como dice Zizek, la especie que subvierte su propio género. El proyecto sionista pretendió normalizar al pueblo judío, crear un Estado hebreo como si la posibilidad de constituírse en un Estado-nación y "normalizarse" fuese "universalizable" a todos los pueblos. Este proyecto está imposibilitado justamente porque pretende que es posible una universalidad sin su síntoma, sin su punto intrínseco de excepción. La venganza de la historia por este atrevimiento, el punto donde emerge la Verdad de la historia, es en el conflicto interminable y sangriento entre Israel y sus vecinos, que confirma la imposibilidad, lo utópico del proyecto sionista. Para ejemplificar qué significa que sea utópico, tomemos el ejemplo de los socialistas utópicos: ellos pretendían un intercambio equivalente de mercancías anulando el componente explotación (puesto que los trabajadores serían los dueños de los medios de producción). El problema es que el intercambio equivalente encubre en su naturaleza un intercambio específico que al realizar la equivalencia realiza también la explotación: el intercambio de la mercancía fuerza de trabajo por el salario. La mercancía fuerza de trabajo es la única que tiene la capacidad de generar más valor, lo que la distingue del resto de las mercancías: es una especie que subvierte su propio género. Lo que los socialistas utópicos no intuían es que si se anulase la explotación se perdería también el intercambio equivalente de mercancias, si se anulara el plus-Valor se perdería también el Valor, la producción social tomaría una forma radicalmente distinta. Lo que hacía utópicos a los socialistas utópicos era su creencia en la posibilidad de una "universalidad sin su síntoma". De la misma manera fueron utópicos los pensadores sionistas al dejarse atrapar por la ilusión ideológica según la cual la conformación de los Estados nacionales sería el producto de hacer efectivo un derecho abstracto de los pueblos, en vez de observar que los pueblos que se constituyeron en Estados nacionales lo pudieron hacer en cuanto persistía un resto que no podía articularse en esa forma política...¿La continua resistencia que encuentran los palestinos a la idea de construir su propio Estado no se atiene a esta lógica?

El proyecto de instalar un Estado judío en un lugar previamente habitado por árabes en medio de los Estados árabes, es un proyecto que se encuentra imposibilitado originalmente. Por lo tanto, para que la entidad pueda subsistir debe emprender la travesía de la dialéctica, debe rebasarse constantemente. Lacan nos dice que la manera que tiene el sujeto de encubrir la falta original, la "castración", es generando un exceso, un plus. El sujeto sólo puede sobrevivir a su falta excediéndose; pero es este exceso el que desenmascara la Verdad de la falta. ¿No es ni más ni menos el caso del Estado de Israel? Porque está imposibilitado desde el principio sólo puede sobrevivir expandiéndose constantemente, excediendo sus límites, avanzando sobre los territorios en los que no hay mayoría judía; es sólo sobre este plus que Israel puede sobrevivir, Israel es este plus (de allí que el ejército israelí encubra su impotencia con un gesto excesivo de virilidad). ¿Por qué? ¿Qué pasaría si como reclaman los palestinos, Israel permaneciese en los límites anteriores al ´67? Si Israel hubiese aceptado lo que tenía desde el principio, por ejemplo, si hubiese aceptado los límites del ´48, o peor aun los límites fijados por la ONU, o peor aun los territorios en que se instalaron antes del mandato británico, en ese caso habrían sido los árabes los que hubieran avanzado, los que habrían obstaculizado enormemente la presencia judía en la Palestina histórica. Hay algo de razón en las afirmaciones de los políticos israelíes de que si ellos dejasen de avanzar, los palestinos pretenderían borrar a Israel del mapa. Parece una sentencia exagerada, pero lo cierto es que si los palestinos reconocen hoy (al menos de facto) al Estado de Israel y ciñen sus reclamos a los límites anteriores al ´67, postergando el tema de los refugiados, es porque Israel ha avanzado lo suficiente como para arrastrarlos a esta renuncia. Los dilemas que se abren son: ¿hasta que momento o distancia se puede decir que el avance de Israel ya hubo sido suficiente? La respuesta aparentemente más irracional es la más racional (como lo afirmaría Hegel): es como la demanda de amor: nunca es suficiente. Una respuesta ingenua sería: por qué seguir con más violencia si es posible detenerla ahora. ¿Pero quién puede garantizar a Israel que si se detiene, los que tomarán la ofensiva no serán los palestinos? No se trata como se suele decir de una espiral de la violencia sino propiamente de una dialéctica de la violencia. Se ajusta perfectamente a la dialéctica negativa de Adorno, que a su vez explica la lógica del capital: el capitalismo se encuentra podrido desde el comienzo; para sobrevivir debe revolucionarse constantemente, no puede permanecer estático; pero al superar una crisis a través de una innovación radical, el capital genera las condiciones para la llegada de una crisis aun más grave. (La incapacidad de los países europeos de visualizar el problema eterno de Medio Oriente como el efecto también eterno del Auschwitz que ellos produjeron, es material para otro post)

2 comentarios:

  1. Yo creo que nosotros los judios, deberiamos ser todos crucificados y asi se revertiria la espiral antisemita, al pasar de objetos odiados/odiosos a ser objetos penosos volveriamos a nuestra verdadera raiz de lamentaciones y se cerraria el círculo hacia la llegada del Mesias.

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