Ahí están los dos. En alguna ciudad de la costa atlántica, en un cuarto
donde antes sólo había un teléfono y donde ahora hay una planta con
nombre, un poco de música, olor a vino y donde cada uno, a su manera,
está creciendo sin darse cuenta
Un sonido de balneario, con seguridad en la costa atlántica, anticipa esta historia que involucra a dos jóvenes. Paula de 27 años (que primero interpretó Inés Efrón y ahora Paula Grinszpan) acaba de cortar con su novio y cree que no lo resistirá. Su desazón la conduce a una playa en que halla el más inesperado respiro. Allí conoce a Lucas de 19 años (un delicado David Szechtman). Es un pibe con su propia bandita, fanático del vino medio pelo, un tierno con apariencia sutil de heavy metal, que sabe escuchar y se presenta como un bastón en la atolondrada marcha de Paula. El le regala un demo con su música, ella a cambio lo invita a mudarse a su casa, a una habitación que pasará a sub-alquilarle. De esta forma empieza Demo, pieza teatral escrita y dirigida magistralmente por Ignacio Sánchez Mestre.
La obra muestra el encuentro entre dos personajes que parecen
irreconciliables en un comienzo, o al menos, compuestos de diferentes
materiales. Ella es una chica en extremo sensible, fácilmente afectable,
que por momentos pareciera que no puede con su vida. A veces es
sacudida por una profunda sensación de inseguridad, desamparo o miedo.
Otras veces es la risa frente a hechos insignificantes la que sujeta y
sacude. Y esto es un buen pretexto para conducirlo a él a la
incertidumbre. Un chico tranquilo que debe prestarle su oreja a las
inquietudes de su improvisada compañera de casa, incluso aceptarla en su
cuarto cuando la soledad expulsa a Paula del suyo, y ser el receptor de
una excéntrica forma de seducir.
Demo
recorre estos particulares caminos de la atracción, en que los
espectadores son envueltos en una atmósfera conocida, con personajes
cercanos que cualquiera se ha cruzado por la vida, alguna vez. Pero
enfrentados a situaciones cuyas resoluciones no se dejan intuir. Zizek
explica que el amor no consiste en dos personas mirándose perdidamente,
el uno al otro, sino dos personas mirando hacia un mismo horizonte.
Quizá en este caso la fórmula podría adaptarse, para sugerir que el amor
también son dos personas con la mirada abstraída, posada en horizontes
paralelos.
Demo no es una pieza sobre el amor, sino sobre el desamor y la
reconstrucción. Sobre el abismo de lo potencial y los bosquejos en el
aire de lo posible; sobre las ilusiones futuras y el material que
reciben del pasado y del presente.
Demo se presenta todos los jueves a las 21.30 en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 969). La obra obtuvo el segundo premio del Concurso “Teatro y Rock” organizado por Argentores y la radio Rock&Pop en 2010.
NOTA PUBLICADA EN REVISTA CULTRA
No hay comentarios:
Publicar un comentario